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Cien Años del Fallecimiento de Alberto Benjamín Simpson

octubre 1, 2019

El 29 de octubre de 1919 fallece Alberto Benjamín Simpson en Nyack, Nueva York. No es en absoluto una persona para pasar por alto y ni mucho menos olvidar. Fundador de la Alianza Cristiana y Misionera mundial, movimiento que hoy en día está intentando en muchas partes del globo volver a sus raíces y comprender aquellos valores teológicos y misioneros que la hicieron diferente en sus inicios.

La personalidad de Simpson fue de tremendo significado. Un hombre de profunda vida espiritual, innovador, creativo, con grandes dotes de administración, de visión y sobre todas las cosas de pasión. Excepto por la influencia de A.W. Tozer años más tarde, no hay otra persona como la de Simpson a la cual volver una y otra vez como fuente de renovación y de principios. Celebro el resurgimiento de los estudios sobre la teología y la vida de Simpson que se está dando en estos años.

Indudablemente en muchos países la teología aliancista fue influenciada a lo largo de todas estas décadas por otras corrientes de pensamiento. Esto ha llevado a un menoscabo de su identidad. Muchas Alianzas han dejado de ser Aliancistas sin darse cuenta.

La influencia de Simpson no se puede agotar en un artículo. Vale la pena destacar algunas reflexiones. Simpson delineó el Evangelio Cuádruple, lo cual con honestidad intelectual era parte del bagaje teológico contemporáneo a su ministerio. Él lo ensambló con destreza teológica, su enfoque fue totalmente Cristológico. En su libro sobre la historia del movimiento dice: “…la actitud (subyacente al Evangelio Cuádruple) es estrictamente evangélica, aferrándose a la inspiración verbal de las Escrituras, la doctrina de la Trinidad, el sacrificio expiatorio del Señor Jesucristo y la necesidad de la obra regeneradora y santificadora del Espíritu Santo”. Es esta obra santificadora que la definió con la colaboración de su “teólogo de cabecera” G.P. Pardington.

La crisis de la vida profunda fue enseñanza emblemática, y no solo enseñanza sino también experiencia de vida. Quizás no ha habido otra experiencia “aliancista” como la de la crisis de la vida profunda que haya sido ignorada y olvidada en las iglesias de la denominación. Para Simpson la pasión radicaba en la vida llena del Espíritu Santo, donde la rendición total de la persona era sine qua non para su servicio.

Otro tema muy interesante era su definición de la evangelización mundial. Se debía evangelizar para apurar el retorno de Cristo. Con el correr del tiempo esto se desvirtuó y las razones para evangelizar fueron otras, y las consecuencias también fueron otras.

Indudablemente fue también un destacado misiólogo, no se contentó con mirar un mapa, sino fue viajero incansable de su mundo. Su visión fue pionera en el mundo del siglo XIX. La creación del instituto de preparación misionera primero en Nueva York (1883) y luego en Nyack (1897) fue trascendente, el primer instituto jamás antes organizado para misiones. De Nyack han salido miles y miles de obreros, pastores y misioneros que con sus éxitos y sus errores han anunciado el Evangelio en más de 80 países. Los primeros misioneros enviados solo sabían de un viaje de ida. Tamaño ejemplo para hoy en día.

Lógico, su mirada era totalmente premilenialista. Indudablemente esa concepción escatológica motivó, impulsó y movilizó al cristianismo de su época a despertar y salir al mundo. La frase de Simpson era “…si no puedes ir, envía a alguien…” De ese fervor misionero hoy tenemos más de seis millones de personas aliancistas en el mundo y más de 90 centros de preparación teológica.

Una ultima reflexión es la capacidad de Simpson como escritor y subyacente como compositor de himnos cuyas letras nos movilizan aun en el día de hoy. Publicó libros que surgieron de sus predicaciones y libros que surgieron de su capacidad de construcción intelectual y visionaria. Más de cuarenta libros, centenares de artículos, dos publicaciones que marcaron tendencias en su tiempo “El Evangelio para todo el Mundo” y luego “La Palabra, la Obra y el Mundo”. Sus libros y escritos siguen siendo de inagotable inspiración no tan solo al mundo aliancista sino también a un amplio mundo cristiano que busca renovación y profundidad espiritual.

Han pasado cien años desde que Simpson partió a la presencia del Señor. Nos ha dejado un legajo que no siempre hemos apreciado. Podemos discutir incansablemente las posiciones teológicas de aquella época en la nuestra. Lo que no podemos discutir es, que aquella pasión hoy quizás está ausente. Indudablemente, él nos dejó una vida marcada por el Poder de lo Alto.

Por: Walter E. Perez Doglio

Por: Walter E. Perez Doglio