EVANGELIO CUÁDRUPLE

Jesús, nuestro Salvador
El Nombre de Jesús ha impregnado cada cultura por más de 2.000 años. En el Nombre de Jesús, la gente ha experimentado grandes milagros, así como horribles persecuciones. Jesús dejó en claro su propósito en la tierra; Sólo a través de Él está la salvación disponible.

La muerte de Jesús en una cruz fue el cumplimiento de la ley del Antiguo Testamento, que requería la expiación de la sangre por el pecado. Por Su muerte y resurrección, somos redimidos de la separación eterna de Dios, justificados, hechos justos y aceptados en Su Nombre.

La salvación no se encuentra en nadie más, porque no hay otro nombre bajo el cielo dado al hombre por el cual debamos ser salvos (Hechos 4:12).

Jesús, nuestro Santificador

Una gran parte del ministerio terrenal de Cristo estaba dedicado a sanar a los enfermos. No encontramos ningún registro en los evangelios de Jesús que rechaza a cualquiera que vino a él para sanar, ni encontramos que cualquier enfermedad era demasiado difícil para él sanar. Incluso levantó a los muertos. Las curaciones milagrosas continúan hoy, evidencia de que Cristo todavía es nuestro Sanador.

Y la oración ofrecida en fe hará bien al enfermo; El Señor lo resucitará (Santiago 5:15).

Jesús, nuestro Rey Venidero

Claramente, todo el Nuevo Testamento nos habla de la Segunda Venida de Cristo. La Alianza está comprometida a hacer su parte para completar la Gran Comisión de Jesús antes de Su retorno glorioso.

Verán al Hijo del Hombre sentado a la derecha del Poderoso y viniendo sobre las nubes del cielo (Marcos 14:62).

Completando la Comisión de Cristo

El Señor exhortó a sus seguidores cuando los envió a difundir la Buena Nueva por toda la tierra. Ese llamamiento continuará hasta que el evangelio, a través de los esfuerzos de Su Iglesia, haya alcanzado a todos los pueblos, y Él venga otra vez.

Y este evangelio del reino será predicado en todo el mundo como un testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin (Mateo 24:14).