Reflexión Centenaria sobre el Fallecimiento de A.B. Simpson
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Este mes se cumple el centenario del fallecimiento de Alberto Benjamín Simpson el 29 de octubre de 1919. En el momento de su fallecimiento, la Alianza Cristiana y Misionera tenía oficialmente 22 años y había enviado a más de 1000 misioneros a los campos de cosecha del mundo. Pero los inicios de la ACyM tuvieron orígenes humildes, con una pequeña reunión de siete personas dirigida por Simpson en el Club Caledonia unos 37 años antes. Leyendo de Zacarías 4:6, Simpson les recordó que este nuevo trabajo sería “no con ejército, ni con fuerza, sino con mi espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.” Cuán cierto resultó ser eso y el hecho de que el trabajo de la Alianza continuaría hoy en todo el mundo es un poderoso testimonio de la visión de Simpson y la bendición divina que asistió al trabajo.
Dado su ministerio y su prolífica carrera como escritor, hay muchos aspectos de la vida y del trabajo de Simpson que podrían reflejarse en este momento. Pero como la secretaria personal de Simpson, la Sra. Emma Beere, escribió en la edición de tributo de La Alianza Semanal (The Alliance Weekly) después de su muerte: “El objetivo de toda su enseñanza y escritura ha sido, como él mismo lo ha expresado tan bien en ‘La Vida de Cristo’, para mostrar la distinción entre ‘La vida cristiana y la vida de Cristo; la diferencia entre un sistema de la verdad y una Persona viva;’ para hacer de Jesús
“Una Realidad viva y brillante,
Más presente en la visión de la fe
Que cualquier objeto externo visto;
Más real, más íntimamente cerca
Que en el lazo terrenal más querido.”
Este es el mensaje uniforme de Simpson y al que debemos regresar una y otra vez en nuestros variados contextos. Es Jesús MISMO. Ningún otro mensaje servirá. Ningún otro mensaje es más importante. Sí, proclamamos activa y apasionadamente a Jesús como Salvador, Santificador, Sanador y Rey que Viene, pero no lo hacemos buscando el regalo sino a Aquel que no solo trae el regalo, sino que se revela a sí mismo como EL regalo. Por lo tanto, la salvación es el don de recibir a Cristo MISMO. La santificación es el don de Cristo MISMO que habita en nosotros; La curación fluye de la vida de Cristo MISMO y la venida del Rey es la unión de la novia redimida a Cristo MISMO.
El famoso himno de Simpson, ÉL, captura la verdad de este mensaje y es un himno que merece ser cantado con tanta frecuencia y tan fuerte hoy como en los labios de los primeros adoradores de la Alianza.
“Antes bendición pedía,
Ahora busco a Dios;
Antes lo que sentía,
ahora Su Palabra vivo yo;
Antes Sus dones buscaba,
ahora es al Dador;
Antes la sanidad,
ahora sólo al Señor.”
¿Es este nuestro estribillo constante hoy? Ciertamente vivimos en diversos contextos culturales, lingüísticos y geográficos, pero a pesar de nuestra diversidad, la verdad de que Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre (Hebreos 13:8) no ha cambiado. Vale la pena detenerse de nuestros ocupados ministerios por un momento para reflexionar sobre nuestras propias actividades espirituales. Con más que un poco de previsión, la Sra. Beere concluyó sus reflexiones con una advertencia seria y una exhortación clara: “¡Dios no permita que los obreros y representantes de la Alianza tengan un estándar más bajo o un mensaje menos importante!”
Dios no lo quiera de verdad.
Por Peter Laughlin