Abrazar Nuestra Vocación Sagrada: Catalizadores de la Justicia y Embajadores del Amor
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“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor”. Lucas 4:18-19 (RV1960)
En estos tiempos sin precedentes de guerra, hambruna y desplazamiento de millones de personas, Jesús nos llama a abrazar nuestra vocación y propósito sagrados. Se nos ha confiado el poder transformador del evangelio de Jesucristo, un mensaje que ofrece esperanza, sanidad y liberación a los desesperados. Nuestro mandato es claro: ser catalizadores de la justicia, agentes de cambio y embajadores del amor sin límites de Dios hacia los quebrantados y marginados. Ahora es el momento de asumir este encargo divino con fervor y compasión, sabiendo que nuestros esfuerzos no son en vano. Cada acto de bondad, cada palabra de aliento y cada gesto de solidaridad son importantes en la labor de construcción del Reino de la que tenemos el privilegio de formar parte. Frente a la adversidad y los desafíos, estamos llamados a ser testigos de todas las naciones del mundo, llevando la luz a los rincones más oscuros y extendiendo la gracia a los más vulnerables de entre nosotros. En nuestra obediencia a este llamado reflejamos verdaderamente el corazón de nuestro Salvador.
El año 2023 puso de relieve la naturaleza duradera de los conflictos y guerras a gran escala, con millones de personas afectadas por la violencia, los desplazamientos y las crisis humanitarias. Ucrania sigue enfrentándose a una necesidad acuciante de ayuda humanitaria, con aproximadamente 14,6 millones de personas que necesitan asistencia multisectorial en la región debido a la guerra con Rusia en su frontera oriental. La crisis humanitaria y el número de muertos en la Franja de Gaza y en Israel debido a la guerra entre Israel y Hamás han conmovido a la familia de la Alianza en todo el mundo, especialmente a los de ascendencia palestina o judía. La región africana del Sahel se enfrenta a una grave crisis humanitaria, con casi cuatro millones de desplazados internos que se han visto obligados a huir de sus hogares debido al conflicto, la violencia y la inestabilidad en Burkina Faso, Malí y Níger. En Myanmar, la agitación política y la violencia generalizadas tras el golpe militar de 2021 han provocado la persecución de pastores y líderes eclesiásticos, y los militares han confiscado muchas propiedades y edificios. En medio de esta agitación y de los continuos desafíos, los pastores y líderes de la iglesia de la Alianza mantienen firmemente el mensaje de Cristo al tiempo que proporcionan ayuda esencial a las comunidades afectadas por el conflicto y la persecución. Las iglesias de la Alianza en estas regiones siguen ministrando a los necesitados y proclamando el evangelio de Jesús, en colaboración con otras iglesias nacionales de la Alianza y organizaciones cristianas. La movilización y el apoyo de las redes de la Alianza en Norteamérica, Europa y Asia han demostrado ser indispensables, permitiendo a nuestra familia de la Alianza en estas regiones perseverar y sostener esfuerzos ministeriales vitales en medio de la adversidad.
A pesar de los formidables desafíos descritos anteriormente, las iglesias nacionales de la Alianza se han mantenido firmes en su compromiso de proclamar a Cristo. Fomentando la colaboración con otras iglesias y compartiendo recursos humanos y materiales, las iglesias de la Alianza pueden mejorar significativamente su eficacia en el cumplimiento de su misión. Este compromiso coincide precisamente con el objetivo principal de la Confraternidad Mundial de la Alianza: facilitar la colaboración entre sus iglesias nacionales miembros mientras persiguen colectivamente el cumplimiento de la Gran Comisión.
La cohesión dentro de la familia global de la Alianza se está fortaleciendo, lo que resulta especialmente evidente en el refuerzo del ADN de la Alianza entre pastores y líderes. Miles de pastores de las cinco regiones de la AWF participan activamente en seminarios y cursos en línea para profundizar su comprensión de la teología y la historia de la Alianza. Comprender y encarnar el ADN de la Alianza ha sido históricamente fundamental para afrontar los retos del pasado, y sigue siendo crucial que hagamos lo mismo hoy.
Además, está aumentando la colaboración entre las iglesias nacionales en tareas misioneras y proyectos de socorro y desarrollo. Dios ha concedido generosamente recursos, dones y talentos a nuestra familia global de la Alianza, instándonos a administrarlos fielmente. En la actualidad, 24 iglesias nacionales de la Alianza están uniendo sus fuerzas para enviar misioneros a grupos étnicos no alcanzados, mientras que otras 35 están aunando sus esfuerzos en iniciativas de socorro y desarrollo. A través de este esfuerzo colectivo, los recursos que Dios nos ha confiado se multiplican.
Trabajar junto a un grupo de personas dedicadas y comprometidas con el propósito y la misión de la AWF ha sido una bendición y una alegría. Mientras nos enfrentamos a retos sin precedentes planteados por la guerra y la pandemia, oremos fervientemente por la continua santificación y capacitación por el Espíritu de Cristo, que nos permita avanzar en el Reino de Dios y vencer a las fuerzas de este mundo.
Por último, que las palabras de Lucas 4:18-19 enciendan un fuego dentro de nosotros, impulsándonos a avanzar con celo y propósito renovados. Avancemos con valentía, sabiendo que el Espíritu nos da el poder de ser vasos de la misericordia de Dios e instrumentos de su paz. Juntos, continuemos proclamando el año de gracia del Señor, llevando liberación y transformación a todos los que encontremos.