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Durante la segunda guerra mundial, el ejército alemán confiscó campanas de iglesia en los Países Bajos para volver a fundirlas en armas. Fue una tergiversación perversa del mensaje de los profetas, quienes predijeron que Dios juzgará entre las naciones y luego » volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en podaderas» (Is.2).

Las campanas de la Iglesia tienen el propósito de hacer un llamado a la adoración y a la oración. Así es que somos: Llamados para incitar a adorar a Dios. Pablo enseña a no «ofrecer cualquier parte de ti mismo al pecado como instrumento de maldad», sino a» ofrecer cada parte de ti mismo a Él como un instrumento de justicia.» (Romanos 6: 13).

Durante la ocupación alemana, los holandeses decían: 
“Los que disparan con una campana de iglesia,
no terminan bien.”

 

Bueno, yo no soy poeta (!), pero me gustaría sugerir un lema alternativo:
«Que mi vida sea significativa,
que sea una herramienta de adoración»

Arie Verduijn

(foto, Trouw: Una campana que fue salvada)